viernes, 16 de agosto de 2013

UN TOUR DE RECUERDO UN TOUR PARA NO OLVIDAR



UN TOUR DE RECUERDO UN TOUR PARA NO OLVIDAR

Estoy seguro que tanta sangre derramada y tanto dolor causado a los familiares de tantas víctimas, no serán en vano
A quienes caen en la lucha – con tal que sea con sincero amor al pueblo y en busca de una verdadera liberación- debemos considerarlos siempre presentes entre nosotros
Monseñor Romero; Homilía 27 enero 1980

El pasado día lunes 12 de julio en el marco del diplomado Educación para la Paz tuve la oportunidad de acompañar a los participantes en una de sus actividades para entender la importancia de la memoria histórica en la educación para la paz en un tour por la UCA y por San Salvador. 

La primera visita fue en el Centro Monseñor Romero. La Licenciada Aguilar expuso brevemente como fue la masacre de los jesuitas, el 16 de noviembre de 1989,  y, asimismo, el posterior proceso judicial. Seguidamente, pasamos dentro del museo para acercarnos a la historia de Monseñor Romero, sin olvidar la muerte de Rufilio Grande y de tantos otros que murieron sin utilizar la violencia y luchando por la paz. La segunda parte del museo está dedicada a Joaquín López y López, Segundo Montes, Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Amando López y Juan Ramón Moreno, es decir, a los mártires de la UCA sin olvidar tampoco a Elba y Celina Ramos y las cinco monjas estadounidenses todas ellas asesinadas. 

A pesar de ser la segunda vez que estaba en el museo no me dejó indiferente. De hecho no dejó indiferente a ninguno de los participantes, así lo pude deducir por sus rostros. Es impactante ver los vestidos de los mártires Jesuitas manchados de sangre o ver los objetos personales de Monseñor Romero. Uno quizás se podría plantear el por qué o a cuál es el motivo para tenerlos ahí… la respuesta la obtuve pocas horas más tarde a la cripta de Monseñor Romero. La razón es para no olvidar a aquellos que lucharon con palabras para lograr la paz, para mantenerlos presentes entre nosotros pero también para saber lo que ocurrió para que no se vuelva a repetir. Frecuentemente nuestras sociedades tienden a olvidar el pasado y a repetir los mismos errores.

Después del museo fuimos al jardín de las rosas. El silencio se apoderó del grupo y solo se interrumpió cuando el guía empezó su explicación. Un silencio que para mí, pero me imagino que también para los otros, era un signo de respeto, de impotencia, de injustica e incluso de dolor, pues ahí fueron brutalmente asesinados cinco de los seis jesuitas, al sexto lo mataron en su habitación. Ante este tipo de masacres, como tantas otras que se produjeron durante el conflicto armado, sobran las palabras… los hechos son suficientemente descriptivos y crueles.  

Seguimos el recorrido hacía la Capilla de la UCA. Antes de llegar, entramos a la habitación (en la actualidad capillita) donde asesinaron a Elba y Celina Ramos. Tengo que admitir que entrar en un espacio tan pequeño a sabiendas de lo que había ocurrido años atrás daba respeto. Quizá ésta fue la razón por la que un parte del grupo se quedó fuera. 

Finalmente llegamos a la capilla de la UCA. La tumba de los 6 mártires (también hay dos padres jesuitas más enterrados) junto con el poema que les dedicó Luis de Sebastián me provocó una contradicción de sentimientos, difícil de expresar en palabras… me atrevería afirmar  que también fue así con el resto del grupo. Un poema bien lindo; comparto las palabras que el Jesuita Pep Mària dedicó a de Sebastián cuando murió y en ellas decía  en 1989 escribió un bellísimo poema dedicado a sus amigos jesuitas asesinados en la UCA. En él Jesús de Nazaret da la bienvenida al cielo a estos hombres, cansados en su lucha por la justicia.

Antes de ir a almorzar nos fuimos a la sala de audiovisuales. Allí nos pasaron un breve documental sobre la masacre del Mozote y al terminar,  la Licenciada Cuéllar nos hizo una breve explicación sobre los hechos que ocurrieron del 11 al 13 de diciembre del 1981 (masacre del Mozote, departamento de Morazán). Todas las masacres son repudiables, pero esta de forma especial. En estas fechas murieron más de 1.000 personas, entre las cuáles muchos eran niños. Digo que ésta de forma especial pues la estrategia utilizada fue la de la tierra arrasada,  es decir, para evitar que la guerrilla recibiera soporte por parte de la sociedad civil o que incluso algunos niños o no tan niños se metieran en ella, iba el ejército antes y los mataba a todos. Cuando digo a todos es todos: niños, niñas, mujeres y hombres con independencia de su edad. El Mozote quedó completamente desierto. Mataron a toda la población y las viviendas las quemaron o fueron derruidas. La única superviviente fue Rufina Amaya que pudo esconderse en medio de unos árboles y por suerte no la agarraron. Aunque se salvó, vio como decapitaban a su esposo y como morían sus hijos y otros vecinos. 

Cabe traer a colación que la técnica de la tierra arrasada  fue la que utilizaron el ejército norteamericano en la Guerra del Vietnam. Tiene sentido pues el ejército salvadoreño fue instruido por el de Estados Unidos. Y a mayor abundamiento, durante el gobierno de Reagan se llegó a dar 1 millón de dólares diarios al ejército de El Salvador. Una vez más sobran las palabras…

Por la tarde la visita empezó en el Hospitalito. Ahí, en la capilla, fue asesinado Monseñor Romero por un francotirador justo cuando terminó la homilía; era el 24 de marzo de 1980. Nunca antes había tenido la oportunidad de entrar a la capilla y me impactó ver en el alta EN ESTE ALTAR MONS. OSCAR A. ROMERO OFRENDÓ SU VIDA A DIOS POR SU PUEBLO. Sin embargo es totalmente justo y merecido pues no solo se dedicó a predicar sino que al mismo tiempo, en sus homilías aprovechaba  para denunciar, sin temor a represalias, las vulneraciones de los derechos humanos que se producían en el sí de la sociedad salvadoreña. 

Actitud valiente y admirable. Sin lugar a dudas hubiere sido mucho más fácil callar y no pronunciarse porque sabía que su vida estaba en peligro. Sin embargo, no quería callar y se veía con la obligación de denunciar las injusticias. Como tantas veces pasa, a algunos no les gusta ni la realidad ni las verdades. Curiosamente el autor intelectual de la muerte de Monseñor Romero tiene un redondel en San Salvador; parece que en todos los países hay cosas difíciles de explicar y para avergonzarse.

Al lado del Hospitalito también tuvimos la oportunidad de visitar el dormitorio donde residía y alguna de sus pertenencias como el carro o sus lentes. 

Para terminar el día nos dirigimos a la Cripta de Monseñor Romero. Era momento de conmemoración y de recuerdo a todas las víctimas del conflicto armado. A cada uno se nos dio una vela y un clavel. Seguidamente se leyeron unos escritos y quienes quisieran podían recordar el nombre de alguna persona que murió por el conflicto. Fue realmente emotivo. La unión de un grupo de distintas nacionalidades pero con un mismo objetivo: recordar aquellos que en su día fallecieron, para que sigan presentes entre nosotros, y para no volver a cometer el mismo error en el futuro. Fue un momento no solo de recuerdo de las víctimas que murieron en el conflicto armado de El Salvador, sino también de otros países. 

Emoción, recuerdo, justicia, verdad, no olvido, lucha… son un conjunto de palabras que podrían describir el acto en la Cripta. Tuve la sensación que aunque ya hayan pasado algunos años las heridas siguen abiertas. Las víctimas y sus familiares siguen sufriendo y es necesario luchar por ellas, para que se sepa la verdad (derecho a la verdad), no solo el perdón de palabra sirve, se necesitan actos. Es justo y necesario para todas las víctimas y sus familiares. El silencio y pasar página no es la solución. Es cierto que el pacto era necesario, pero no todo se puede quedar en el pacto. Aquellos que cometieron crímenes de lesa humanidad tienen que depurar sus responsabilidades ante la justicia. No sirve una expresión común que dice borrón y cuenta nueva. Muchas familias han perdido sus seres más queridos, lo único que les queda es lograr saber la verdad y que se haga justicia, pues al hijo/a, esposa, marido o padres nunca volverán estar entre ellos.

Monseñor Romero, los mártires de la UCA, las víctimas del Mozote son la representación de tantos y tantos mártires que lucharon para lograr una situación más justa y equitativa para los salvadoreños; víctimas inocentes; personas que nunca volverán estar entre nosotros pero que siempre quedarán en nuestro recuerdo. Y solo a través de la memoria histórica podremos lograr  LA PAZ.
                        

Arnau Baulenas i Bardia

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